JUNIOR 5, CALI 2.
Quiero decir que NO
hubo un equipo superior en la cancha del Metro. A pesar del intenso sol y
la brisa fuerte, el juego fue igual al clima. Digamos que Junior fue la brisa arrasadora
y el Cali intenso que no se dejaba de la brisa loca y alegre, jugosa y dulce,
desordenada y valiente, frentera y jolgoriosa, que a veces se veía que provenía
de La Samaria y no del Puerto, el de Colombia.
A pesar del marcador
escandaloso, no creo que corresponda a las veracidades del juego; Junior estrelló cuatro pelotazos en los palos,
desperdiciaron tres goles y además, agreguemos la mirada fallida del árbitro
que creo, estuvo desastroso y desacertado, hasta miedoso e inseguro. Los dos
penaltis injustos, aunque el del Junior le cabe la duda dado que viéndolo en la
tele, pero no sé. No creo tampoco.
El penalti a favor del
Cali, fue una brillante gesta en el aire, tipo circense, digna de una retórico
tramposo y engañador para que llegara otro engañador -el árbitro-, y montaran,
junto al jugador azucarero, la escena trivial e indigna de una falta en el área,
y después el gol del Cali celebrado con los brazos abiertos de la mejor treta y
demostrando así, una victoria hasta ese momento, fundada en la verraquera y
poder de la justicia futbolística. Una verdadera semiótica de la añagaza.
Tampoco deseo
enfatizar que el arbitraje «de ese man
amarillo» como me dijo un vendedor de paletas en la tribuna general, fue «devastador«, «basurero», «ignorante del reglamento», «regalador»,
«flacuchento», erdaaaaaaaaaaa, mejor
dicho, mejor no sigo porque hago una lexicografía de la impotencia, o de la más
vulgar adjetivación hacia un humano. Y eso que no quise pararles bolas a las demás
gentes de la tribuna que se desbocaban en adjetivos violentos y, no sé si justos,
al árbitro de hoy en la tarde en el Metro.
Me parece que ambos
equipos tuvieron sus tiempos y jugaron el fútbol que tienen: Junior desordenadito
a grandes ratos, pero esta vez, un tanto más estructurado y tocador… y El Depor haciendo lo que siempre ha
hecho, jugar bien el fútbol y atacar con criterios contundentes pero algo débil
en su defensa, al igual que Junior en este último aspecto. Junior muy irregular
bajando lo brazos cuando el 2-1, y el Cali montador.
Me gustó el espíritu
aguerrido de Ramos, creo que es un jugador contemporáneo que sabe cobrar tiros,
sabe ajedrezar el juego y marcar y atacar por su punta, además, a veces, hace los ciclos de dador de juego en
el medio campo cuando lo dejan; y me gustó la agresividad limpia, cuando la
actuó, de Chará, porque debo mencionar que se pasó de calidad cuando agredió y
repartió pata a la sopa valluna en el
medio campo caleño.
Otra cosa, y que quede claro,
el Deportivo Cali no vino a ´Quilla
con toda la suplencia, faltaron tres, o cuatro, los de costumbre quizá, pero este
equipo que jugó hoy en La Arenosa no es la «segunda» del Cali. Creo sin llegar
a mentir que este Cali es fuerte y bien armado. No me parece, por ello, que sea
un equipo de segunda, como muchos dijeron.
Continúo: A Junior le sigue
faltando algo, ya no me referiré como una carencia de juego localista o de
visita, sino como equipo estructurado. Mejor dicho y voy a resumir lo que oigo
en la tribuna, carajo, porque al fin
y al cabo estoy como en convenio con ello: Junior no juega bien sino a ratos.
Se le nota débil y descoordinado, a veces nos calla la boca porque impacta y
asombra pero más veces decepciona con ese lenguaje ambiguo y deleznable de consonancia
de juego que sí poseen otros equipos como es el caso del Huila, Nacional,
Medellín, Tolima…
«Seguimos preocupados»,
fueron las frases narrativas en mi display
del celular; mensajes enviados por mis amigos hinchas del Junior de Barranquilla.
Amigos críticos, exagerados, argumentativos y cansones, pero siempre constructivos;
ellos se hacen llamar los críticos contemporáneos del Junior y ya, según oí,
están próximos a rentar un piso en facebook,
para formar comunidad y levantar los gritos que no escucha Comesaña.
Seis mil personas y yo,
asistimos con fidelidad al Metro. Se fueron contentas a la larga y ya en las
calles se escuchaban, además -del ritmo de los matarratones urbanos, y del trancón
automovilístico y peatonal que se forma en las vías aledañas, y de las emisoras
repitiendo los goles, y de los olores de frito ya fríos y del man que vende el último vaso de guarapo aguao-, palabras de resignación y de fe,
ajá, de que las cosas van a cambiar y que Junior -o Comesaña- se acerca a una
línea de conversación muy seria con su visión interior de equipo que posee y
que es menester dialogar con sus integrantes para que el próximo fin de semana,
ante los Compas de La Heróica, nuestros
hermanos regionales, demuestren sus contenidos y formas estructuradas de equipo
que deseamos ver, sin ambigüedades ni incoherencias y no dejándose atrapar por
el miedo de los espadachines cartageneros que llegan al Morón, a remodelarlo de
alegría ante su fanaticada.
Lamento que Acuña,
Grisales y Orozco, Casanova y Ruíz, no hayan anotado. A pesar de las
oportunidades claras.
Muy positivas las
salidas de Hayder Palacio. Esta vez Fawcett, lo vi como bajo de físico. A Berbia
le insto a seguir trabajando mucho. A Giovanni, felicitaciones, siempre
aguerrido, preciso y sudador de una camiseta que lo acoge bien, gracias mi
hermanito porque eres respetuoso con tu profesionalismo. Y buena por los pelaos
Orozco y Bacca, y por supuesto a Patiño por su verraquera y apoyo, y ajá, por
sus goles.
Algo para destacar y que nos gustó
mucho en la tribuna: el cobro que generó el primer gol del Junior, una
verdadera geometría, una semiótica
planaria como diría Greimas, pero esta vez sin falta ética… pura creación,
puro engaño poético, sin trampa axiológica de por medio, contrario al penalti del
Cali. ¿Dónde empieza el engaño a ser parte de la aceptación humana, en este
caso del fútbol como arte? ¿Cómo no interpretarlo como patraña unas veces y
cómo, otras veces, como parte del ingenio humano, justo para el bien del ojo y
corazón que ama lo estéticamente bueno?
Como para discutirlo
¿no?
Chulespe volverá.