GANÓ
EL MEJOR EN EL METRO: JUNIOR 4, CALDAS 2.

Un
juego interesante ante pocos espectadores que vieron cómo Junior y Caldas escenificaron
un duelo entretenido y lleno de fútbol. Un calor que reinó en toda la tarde y
que no hizo mella -parece- al visitante que se dedicó a jugar fútbol -como siempre-
y a lucir su estrenada Copa Mustang del primer semestre del año, ante su último
rival que derrotó categóricamente en dos juegos finalistas.

Pero
el Caldas no fue el mismo por lo que el marcador es la señal que nos indica lo
que afirmamos. Junior tampoco fue el mismo de las finales, por la misma razón.
Parece que marcador y juego de equipos fueron signos distintos que esta vez favorecieron
a los tiburones.

Mostrando
sus líneas (que sus hinchas deseamos ver siempre) coordinadas, empujadoras de
ofensividad y con algo menos de carácter defensivo, el Junior validó su
categoría superior, esta vez e insisto, montándose por sobre el rival que se
vio disminuido en el segundo tiempo. ¿Se le acabaron las pilas? ¿Sufre de la
misma irregularidad que antes el Junior padeció? Algunos chispazos inquietaron
la valla de Rodríguez, que a propósito es genial, tiene calidad y es seguro,
aunque sus salidas resultan materia, aún de trabajo en taller. ¿Y Berbia, lo
olvidamos?

Vimos
a Teo respondiendo con otra tripleta de goles, y uno de ellos, de corte
circense o dancístico, autoriado como de Saeta Caribe, eso que siempre digo de
él. Un poema, pero esta vez arquitectónico y guerrero porque su estructura estética
fue gótica, como si sus piernas fueran espadas medievales con ojos, que hacen
piruetas en el aire para que, finalmente,  la incrustación de la punta filosa sea el sinónimo
de la mejor herida del gol hacia el contrario.

Verdaderas
obras de arte de este delantero fino y que, en apariencia aún, lo seguimos
considerando novato pero que tiene
que demostrar su valía y su aporte amoroso y técnico a nuestra selección
nacional en la gira próxima por los Estados Unidos.

El
gol de Bacca fue otra diadema, al igual que el segundo gol de Fano: tremenda
visión de Hernández para deslizar una pelota ante los Ceballos y Valencias, y
demás defensivos y anotar inteligentemente un golazo.

¡Qué
golazos! Y qué buen fútbol vimos en el Metro. Vi rostros alegres y comentarios
que se diluyeron entre la brisa que se alcanzaba a medio colar por entre los
intersticios de sus muros y que se constituían también, en voces que se multiplicaban
alegres y esperanzadoras: otra vez la gente creyendo que Junior levanta y
encanta los corazones caribeños.

Como
cosa curiosa, me encontré con varias cosas que me encantaron:

1.     
una familia paisa de 12 miembros -no es
raro en ellos su numerosidad nuclear-, todos hinchas del Junior.

2.     
Otra familia de santandereanos hinchas
del Junior, todos de Barrancabermeja y aportantes a la economía y a la cultura de
Barranquilla.

3.     
Dos Rolos con camiseta de Junior y
tomando cerveza helada a las afueras del Estadio. Sus acentos me llamaron la atención
y conversé con ellos. Son diseñadores megatrónicos fluviales y trabajan en el
Puerto.

Me
llama la atención que Junior concentre este tipo de regionalidades en la Costa
y sea, también, un emblema para unir al país. Algo que puede ser una ficción
pero que la viví ayer domingo cuando me integré a la alegría posterior por
fuera de la tribuna, algo que pocas veces hago porque debo tomar el vuelo de la
tarde-noche para Bogotá por asuntos académicos bien temprano del lunes en mis
centros académicos y mi tiempo de permanencia es corto entre la gente amorosa
de mi tierra Caribe.

Otra
cosa que no tenga compromisos, porque es mi casa y vivo entre palmeras, brisa,
arena y días amarillos e intensos de franqueza y jolgorio Caribe.

Ayer
fue otro día especial porque escuché a mucha gente hablar de cómo el equipo
funcionaba. Estaban complacidos con el juego y con la vivificación de Junior,
porque ya era hora de ganar con convencimiento.

En
el pasado campeonato, muchos hinchas me comentaban que cada domingo de Junior,
de visitante sobre todo, era como una resurrección-pasión-resurrección; hoy, esta
vez, tenía que ser contrario a esas veces, 
a esos sentimientos ambiguos.

Entrevisté
a mucha gente antes y después del partido, y ningún aficionado pensaba en vendettas, algo también muy curioso
porque la prensa, según me dijeron fue la protagonista de la original palabra
parafrasística, que la hinchada nunca pensó.  Que tal vez, me dijo un vendedor de boli, con
rasgo asiático en sus ojos, y con voz sonora casi de trompeta de zamba, que la palabra
es mediática y buscaba carroña, violentar, pero para nada, según él, había sed
de venganza, sino que Junior demostrara de qué está hecho y qué bien ante el Caldas,
que era el campeón, eso es todo, me contó.

La
brisa siguió derrumbando paredes y cuerpos calurosos y yo seguí confiado y
contento para mi avión. Complacido me dejé abrazar por el paisaje tan hermoso
de esta ciudad que está cambiando como mi Junior.

Trabajan
por la excelencia.

Teo
va a tener que trabajar su carácter aún en ciernes futbolístico. Dejarse provocar
de un jugador está mal. ¿No será envidia de Fano que desea que no lo «alcancen»
en la tabla de goleadores? ¿Es como un temor del peruano -a futuro- de sentirse
perseguido?

Valencia
del Caldas, igual deberá «barrer» con aspiradora y no con hojas de palo seco. ¡Qué
mal yave!

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Chulespe
volverá.