Parece que el camino hacia Sudáfrica se dificulta en vista de los pésimos resultados de la Selección Colombia. Parece que la matemática será difícil de aplicar cuando los otros rivales también estarán restando, dividiendo… pero las más complicadas: la multiplicación y la suma serán escasas… y casi de velita encendida y de camándula en grupo. A Lara se le vino la noche hace rato. Lástima, buen tipo, buen rollo y ganas de sobresalir y de apoyar el país en materia de alegrías. A nuestro jugadores sus corazones también pretenden brindarnos gozosos momentos.

Pero con ganas parece que nada funciona, excepto la autoestimulación y a veces. El asunto es de trabajo y de calidad, de desarrollo, de organización pero de autocrítica y de reflexión histórica. Es de colocar los valores de la multiculturalidad de nuestras razas, de saber comprender los motivos del progreso en nuestra condición de colombianos, algo como el desarrollo de la identidad, esa palabreja que a veces nos cuestiona, nos molesta y que en muchos casos la consideramos «carreta», puro discurso cultural y nada más… discurso que nos obliga a establecer diferencias pero… ya.

¿Qué tiene que ver la identidad con el progreso del fútbol?  Para responder, creo que a Maturana le sobró antropología, epistemología y estética. Aprovechó un momento histórico, unos jugadores idóneos y un sentido de pertenencia que se poseía en ese entonces… el país atravesaba una coyuntura social con el ascenso del narcotráfico a las estructuras sociales, se ambientaba una globalización de las economías y se vislumbraba un país distinto; los hogares, las empresas y las exportaciones; las canchas, los peladores de barrios y los niños y jóvenes veían un país en progreso que les miraba de frente porque la gente tenía trabajo y sueños, aunque fueran «indignos»… ¡qué carajo nojoda!, era la expresión popular y se seguía adelante porque abundaba el trabajo … y la muerte, y el ron y la parranda, y la «fiebre amarilla»: el nuevo virus del progreso que los medios alcanzaban a promocionar y ¡eso nos gustaba! y lo llevábamos en la piel y en el corazón y en todas las estructuras socioculturales que se untaron y pues… los resultados se dieron.

Hasta cierto momento claro, cuando el país, se vino abajo y las estructuras se derrumbaron… no valido aquí el narcotráfico sino que lo que narro lo vi y viví cuando desde el extranjero que me encontraba estudiando, observaba al país en el marco internacional.

No saben lo orgulloso que me sentía cuando vi los goles del Nacional de Medellín en las copas libertadores y en la cancha de la UNAM de México a los Pumas y ganar la Copa Intercontinental, aunque soy hincha del Junior gritamos los goles los 4 mil colombianos que asistimos ese medio día del Distrito Federal. Salimos con el pecho hinchado de petulancia bien ganada.

¿En qué se parece todo aquello al país de hoy?

Estoy seguro que la identidad pasa por la emocionalidad, pasa por la mentalidad y por la memoria instalada de los signos que ha dejado la historia, la vida que ha transcurrido por sobre el tiempo y las conductas de los individuos.

De lejos hacíamos análisis como este: «el país se parece al arrojo de Higuita», con esto queríamos conceptualizar que las ganas, que el espíritu antioqueño aguerrido, marcaba al país, inclusive en términos socioeconómicos y artísticos. Que Colombia se parecía a Antioquia, una de las regiones más prósperas del país y la historia del desarrollo así lo constataba.

García Márquez, Álvaro Mutis, la internacionalización de la música colombiana, de los melodramas televisivos, y otros marcaban la emergente identidad colombiana en el plano internacional. La exportación de futbolistas empezaba a tomar fuerza y una figura exótica andaba arrastrando miradas y elogios y con resultados estéticos y numéricos para los marcadores y para el ojo humano: un man de Pescadito, de Santa Marta, Magdalena, Colombia, de Suramérica, un sudaca despeinaba la aburrida condición tradicional de «pasar» el balón con arte y con música incluida… VALDERRMA, con mayúscula y con volumen alto.

Y así se configuraba un país multicultural, imagínense un negro rubio en la cancha, un híbrido ejemplo para Néstor García-Canclini, un ejemplo de delicadeza y a la vez de hombría… ese era VALDERRAMA… otro Leonel, otro Asprilla (por favor), un Rincón (que se decía: si fuera brasileño sería titular del scracht)… en fin, y antes de ellos: Pipe de Ávila, Iguarán, Willington, Morón, Brand, Zape, Zárate, Chonto, y mucho antes Campaz, Lobatón, Toto Rubio, Valverde…

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Pero ahora Colombia ¿a qué se parece? ¿Cuál es el referente? ¿Los malos saques de Ospina? ¿Las intermitencias de Mac Nelly? o para verlo positivamente: los pases precisos y hermosos de Zúñiga y las travesuras de Darwin, la técnica de Falcao… etcétera.

Lo cierto es que en el fútbol como en la vida cotidiana, en la científica y cultural, en la tecnológica y técnica, la creatividad juega también en el proceso y a veces de titular y no como de suplente como está sucediendo ahora, cuando solemos ver un equipo de Lara que no dispone de estrategias variadas de ataque ni de defensa, que se deja achicopalar y que parece apenas mejorar, cuando le dan nocaut y lo recuestan contra las cuerdas.

Finalmente, la identidad es revisar la historia y recuperarla, sacarla del baúl y no sé cómo, pero sí por lo menos revisando lo que antes funcionó y lo que ahora no… revisando qué estaba pasando por las mentalidades de ese entonces y repetirlo, me refiero a cosas buenas… revisar qué es lo que nos hace feliz y hacerlo… revisar inclusive qué se comía y cuántas veces al día… revisar cómo se rezaba y hasta cómo se hacía el amor aunque suene chistosos e imposible de considerar…

Estoy seguro qué habrán más signos que aquí se escapan (y habrá por supuesto aquí signos errados para considerar) pero nos toca preguntarnos y no seguir con una pasividad y falta de autocrítica y de cuestionamiento a las estructuras dirigentes del fútbol y de la cultura… porque ya es hora que este «negocio» pase también por el Hall de la cultura y que los empresarios y dirigentes hagan la carrera de antropología y no de administración solamente, así no basta, nos toca, repito revisarnos, inclusive y porqué no psicoanalíticamente… y por qué no levantemos de la tumba a Freud, a Bolívar y a Santander…

Invitemos a una constituyente del fútbol donde participen Maturana, Pinto, Ochoa, García, García Márquez, Ingrid Betancourt, Botero, Mutis, Samper, Pastrana, Gaviria, Valderrama, Hernán Peláez, Montecristo… figurones de la vida pública, ellos también son Colombia y tienen una historia de triunfo ¿quién se las niega a estos figurones? Ellos deben contar cómo la construyeron… ¿será que por ahí habría respuestas para emular?

    * ¿Anexamos el fútbol al Ministerio de Cultura o al Ministerio de Desarrollo?
    * ¿Con cuáles referentes contamos para enlazarnos ahora y construir una Identidad apropiada y victoriosa como la de antes?
    * ¿La falta de goles es un problema de producción (léase no sólo en términos socioeconómicos, sino psicológicos)?
    * ¿Vivimos en un país derrotado?

 

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Chulespe