El mal momento de Falcao García es justificado por la mayoría de nosotros porque el United juega mal y porque Van Gaal maltrata a los jugadores. Otra vez, como siempre, la culpa es del otro.
Para Gustavo Petro, la culpa siempre la tuvo el otro. Por culpa del sistema restringido del Frente Nacional y la perpetuación del Estado de Sitio, él tuvo que alzarse en armas contra un Estado excluyente. El Procurador, Alejandro Ordoñez, ejerciendo un derecho que le otorga la Constitución que tanto alaba Petro, lo destituyó, representando a ese sistema que siempre lo persiguió, a él, que cree tener siempre la razón. Petro, es admirado por muchos de nosotros, por ser víctima pero también es odiado por muchos, por hacerse la víctima.
Para Álvaro Uribe, el malo es otro. Sólo entiende la política y la vida bajo la tesis que pregona Carl Schmitt: la de amigo-enemigo. En su gobierno jamás persiguió a nadie y si lo hizo, esas personas atentaban contra la Seguridad Nacional. Creerse bueno, catalogar al otro como malo, distorsionar la verdad con poca autocrítica, usar el espejo retrovisor de la impunidad, la corrupción, el fraude y la mermelada para Santos y no para su gobierno, lo han mantenido vigente en un país poco propenso a mirarse el ombligo.
Si bien ‘Cochise’ Rodríguez dice que el principal defecto que tenemos los colombianos es la envidia, yo consideró que no es nada ante ese vició de echarle la culpa al otro, no reconocer nuestras miserias y actuar con actitud hipócrita, negando nuestra realidad. Siempre la culpa la tiene el otro y nosotros los colombianos, siempre o casi siempre, somos los buenos, pero incomprendidos por un otro, que siempre tiene la culpa.
El fútbol que es el reflejo de nuestra sociedad, no escapa a esa realidad. Si bien hay un vicio generalizado de exaltar a nuestros deportistas y luego castigarlos por las derrotas, también existe otro peor y más nocivo: el de justificar los errores de nuestros ídolos y declarar a quien no los valora personas non gratas: sucedió cuando ‘El Pibe’ fue ninguneado por Pierre Mosca en Montpellier y cuando el francés Laurent Fignon se burlaba de nuestros ciclistas.
En estos momentos en que Falcao, no pega una, en la que su imagen cabizbaja es la burla de en las redes sociales, en los que se discute que lo que gana por minuto es una agresión para los que a duras penas llegan a fin de mes, los colombianos volvimos a encumbrar a otro enemigo público No 1 (y mas que Iván Márquez esta en la Habana, debatiendo para Hora 20): Louis Van Gaal.
Caerle al holandés es fácil y más si el United sólo puede aspirar a clasificarse a la Champions, luego de haber invertido más de 150 millones de libras. Decir que el United le falta identidad es una obviedad si uno ve a Di María de medio centro y decir que es un ogro, también, ya que tuvo la osadía de decirle en su momento a Riquelme que no “corre nada”. Van Gaal es el otro, el que tiene la culpa. El mismo que dirigió al Ajax que lo gano todo y el mismo que fue considerado un genio por poner a un arquero en el minuto 120 para clasificarlo a una semifinal de un Mundial.
Sin embargo y paralelamente a la autocrítica que están empezando a hacer algunos personajes de la vida nacional –no los mencionados líneas arriba-, la revista Semana publicó un artículo que me reconfortó, luego de que Van Gaal pusiera de titular a Falcao contra el Preston de la tercera división (por la quinta ronda de la F.A. Cup) y este apenas tocara el balón: “y si pensamos que Van Gaal no es el único culpable , dejamos de creer que no le da oportunidades a Falcao y reconocemos que el jugador está mal. Cuando salió, su equipo remontó y terminó clasificando”.
La relación de Falcao con el United parece no tener retorno. El club está cansado del jugador y viceversa, más allá que falten tres meses para que termine la temporada. Una historia triste, que nadie imaginó, cuando está cumpliendo con lo que le exigimos: jugar en un equipo top. Una historia triste, en la que ahora aparecen los sabihondos, los profestas de lo que pasó ayer: ¿para que dejó el Atlético, perdiéndose la oportunidad de jugar la final de la Champions? ¿Para que dejó Mónaco, perdiéndose la oportunidad de eliminar al Arsenal?
Lo que se le puede reprochar a Falcao, más allá de jugar mal es que, sin recuperarse del todo, eligió mal, quizá seducido por el afán de cumplir su sueño de niño, y satisfacer a un país que quería verlo en la élite. Él, que era figura mundial y el quinto mejor jugador del mundo en un Aleti que cuando llegó, venía de 15 años sin ganar Copa del Rey y Liga. Él, que lucho y se sobrepuso en la adversidad con técnicos que no son ni la sombra de lo que es Van Gaal, cómo Pinto, Passarella y Gregorio Manzano. Él que en su debut de titular no sintió el peso de la camiseta de River, la más prestigiosa del fútbol argentino.
Reconocer que no están saliendo las cosas y que nos equivocamos es la mejor manera de salir adelante. Lo debe saber el mismo Radamel, quién nos enseña siempre a no rendirnos ante la adversidad. Nuestra responsabilidad es no exigirle tanto sino anhelar verlo feliz, sonreir y disfrutar en el campo así este en un equipo de élite o uno no tan gigante pero con pretensiones y hambre de triunfos. Pero parece que no cambiamos. Otra vez caemos redonditos con las noticias de que lo quiere la Juve y el Madrid. Otra vez creamos los castillos en el aire. Y eso, terminaría siendo peor que echarle la culpa al otro.