Colombia es un país que deambula entre conservar sus tradiciones y a su vez buscar el progreso promoviendo nuevos cambios. Esa dualidad eterna ha sido evidente con el constante cambio del color de la camiseta de la Selección. Ahora, tras 21 años volvió el rojo en la camiseta.
Cuando Uruguay y Argentina definían en los juegos Olímpicos de Amsterdam (1928) y en el primer Mundial de Fútbol (1930) cuál era el mejor equipo del mundo lo hacían con las camisetas que los iban a identificar más adelante: «la celeste» y «la celeste y blanca». Por su parte Perú, de la mano de Lolo Fernández, se consagraba en el Sudamericano en Lima (1939) con lsu camiseta blanca con a franja roja.
La historia de Brasil es más conocida. Su leyenda nació con el color blanco, pero a partir del «Maracanazo» de 1950 dejó el pasado con una «canarinha» que le calza a medida. Por su parte Ecuador ya jugaba con la tricolor desde los cuarenta, Bolivia se consagraba el mejor de América en 1963 con su camiseta y Venezuela debutaba en su primera Copa América (1967) con su tradicional «vinotinto». (es una marca registrada, ya que la página web de la selección es lavinotinto.com).
Colombia ha sido el único país de Sudamérica que ha cambiado constantemente de uniforme. Debutó en los mundiales con una camiseta azul parecida a la de Millonarios, obligando a que en el primer partido inaugural, Uruguay pidiera que sus rivales cambiaran para no confundirse. De ahí vinieron la blanca con la franja tricolor de las eliminatorias de 1973, la zapote que hizo historia en la Copa América de 1975 y más acá en el tiempo la gloriosa camiseta roja de Italia 90 que tan sólo fue usada ocho años.
En 1985, cansada de tantos fracasos y de tantos cambios en la identidad futbolística, la Federación Colombiana de Fútbol nombró a una Comisión de Notables -entre sus miembros más destacados estaban Daniel Samper, Alberto Casas Santamaría y Hernán Peláez- para que no sólo nombraran a un técnico idóneo -Gabriel Ochoa Uribe- que llevara a Colombia a un mundial, sino que eligieran un uniforme que le diera identidad a la Selección. El uniforme elegido fue un facilismo que mezcla patrioterismo con sentir nacional: usar la bandera del país -camiseta amarilla, pantaloneta azul y medias rojas, cuarenta años después de que Ecuador la usara por primera vez-.
Con esos colores, Colombia empezó a ser reconocida en el mundo del fútbol. Además ese cambio de camiseta fue paralelo al cambio que tuvo la selección en su identidad futbolística, con Francisco Maturana al mando. Sin embargo, cuando el país vuelve a una Copa del Mundo tras 16 años, esa identidad en torno a los colores se ha ido perdiendo. La camiseta amarilla copiada por un equipo de Irak y la pantaloneta blanca no tiene nada que ver con la tradición que nació en 1985. Sobre todo cuando la camiseta amarilla de las eliminatorias pasadas fue más usada que la blanca de la marcha contra las FARC en 2008.
En el mundo del fútbol el tema de los colores es muy sensible. En el fondo todos somos hinchas de un equipo no por unos jugadores que van y vienen sino por los recuerdos de la infancia y los colores de un trapo. Nadie quiere, a pesar de que pase el tiempo, que ese amor transmute en otros colores. Por eso cuando Millonarios jugó en el 2000 con una camiseta que tenía el patrocinio de LG de color rojo, los hinchas protestaron. Por eso, los hinchas de Boca hicieron una manifestación popular para que su equipo no usara -ni siquiera para un partido- la camiseta rosa.
Si bien es común ver al Madrid de Rojo, al Barcelona que es «mas que un club» con la Senyera, a Nacional de negro y a Santa Fe jugando a ser el Deportivo Pereira en ocasiones especiales, el uniforme principal es sagrado. Por eso es inaudito, que siendo Adidas la marca más importante del fútbol mundial, siga los predicamentos de la FIFA de que no se puedan mezclar colores claros con Oscuros y convierta a España en Bélgica, a Alemania en un Real Madrid con tonos germanos y a Colombia en la selección del Papa Francisco y el Vaticano.
«Vamos a hacer una camiseta que refleje nuestra identidad nacional«, dijeron los señores de Adidas convencidos en que poner el cóndor, el «sombrero vueltiao» y el hashtag #Unidosporunpais taparan un blanco que destiñe. «La camiseta que más nos pidió la gente fue la roja y por eso hicimos este modelo alternativo«, aducen los diseñadores sin advertir que el tricolor del mundial de Italia no está en ninguna parte, y que en el fondo quieren llevar al Medellín a Brasil.
Si bien en las redes sociales la gente se manifestó en contra del uniforme para el mundial, poco a poco la fueron asimilando. Sin embargo, mucha gente se rehusa a dejar de lado la camiseta amuleto de las eliminatorias que se carecterizaba por tener el tricolor en alguna parte. Vivimos entre el miedo a cambiar y el apego a la tradición, careciendo de una identidad definida. Por eso Uruguay volverá a asustar en territorio brasileño con la Celeste del 50 y Colombia hará una hazaña con el uniforme del Bella Vista uruguayo y del Bucaramanga, cómo la hizo de Rojo, de zapote, de blanco, de azul y de tricolor patrio.