Wílder Medina, al resurgir como el Ave Fénix sueña con lo que parece imposible: vestir la camiseta de la Selección. Fe en sus condiciones le sobran.
El año pasado, cuando todos vivíamos el día a día y veíamos al 2013 cómo algo lejano, Wílder Medina ya tenía en claro que iba a aprovechar al máximo la nueva oportunidad que le estaba brindando el fútbol. Contaba los días que le faltaban para jugar cómo hacen los presos ante la inminente libertad y también deseaba cumplir con las metas que se propuso en tiempos aciagos: ser el primer jugador en anotar 20 goles en un torneo corto y jugar en la Selección Colombia.
El regreso a los primeros planos del delantero nacido en Puerto Nare es la gran noticia del momento. Pero no sólo están contentos con este «volver a nacer» los hinchas de Santa Fe sino todos aquellos hinchas del fútbol que aprendieron a quererlo y sufrían de sus recaídas cómo propias. También están contentos aquellos que admiran la honestidad de alguien que jamás renegó de sus orígenes, que reconoce sus errores en un ambiente -el de fútbol- caracterizado por la falta de autocrítica y donde abunda la hipocresía.
Medina ahora sólo está cosechando elogios. Incluso de los muchos que lo tildaron de «drogadicto», de los que le decían que era «irrecuperable». Ha tenido que convivir con lo peor del ser humano: cuando somos exigentes con los demás pero benévolos con nosotros mismos y juzgamos cómo si fuéramos más papistas que Francisco. Ahí está Medina haciendo goles a diestra y siniestra para recordarnos una máxima de Jesucristo: «quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra».
El fútbol fue el camino que utilizó para dejar la pobreza y para ser alguien en la vida después de la muerte de su padre y es también «el deporte rey» el camino utilizado para volver a vivir. Sorprende la emoción con la que juega, sorprende la felicidad ante cada gol y sorprende que tiene claro a quien tiene que agradecerle: a Dios por darle otra oportunidad, a su familia que no lo abandonó, a César Pastrana a quien considera un padre, a Santa Fe y su hinchada que aplauden a un verdugo y al fútbol por haberlo rescatado mil veces.
No es la primera vez que Medina tropieza y vuelve a levantarse pero estoy seguro que va a aprovechar al máximo está oportunidad por una sencilla razón: más hondo no se puede caer. Por el contrario, cuando se cree en uno mismo, cuando se hace feliz a las personas que creyeron en uno y cuando todo esfuerzo tiene su premio-lo primero que hizo al regresar fue salir campeón de la Superliga-, no se puede retroceder para perderlo todo. Ni loco que estuviera.
Esta oportunidad que le dio César Pastrana, Santa Fe y el fútbol en general no sólo es la última sino única para un jugador de 32. La recuperación de la persona va de la mano de la recuperación de un jugador que sueña con ser goleador récord de la Liga Postobón, con ganar la Copa Libertadores, jugar en el exterior y porque no, vestir la camiseta de la Selección. En una entrevista con RCN la Radio, Wílder afirmó que siempre ha soñado con esa oportunidad pero «que hay que tener paciencia, sólo pienso en Santa Fe, pero esa ilusión no me la quita nadie«. Fe en sus condiciones ha demostrado que si tiene.
Si bien la competencia por un lugar en el ataque de la Selección es muy difícil creo que debería tener una oportunidad. Sin desmeritar a nadie, es tan importante hacer goles en el rentado colombiano y en la Libertadores que en la liga mexicana y belga. Ojalá se le dé y juegue el mundial de Brasil 2014. Deliro con que sea nuestro Martín Palermo y que un gol suyo haga llorar de emoción a todo un país. Porque aunque no parezca, detrás de los buenos jugadores hay verdaderos «campeones de la vida».