La fatídica tarde del 24 de octubre de 2002, los truenos y los relámpagos hacían su fiesta en Pance. Los árboles caían por las calles y sus ramas se quebraban por doquier. El fluido eléctrico se vio interrumpido pues los cables habían sufrido fuertes daños por el colosal aguacero.
Y en medio del tedio y la angustia que genera una manifestación natural de este tipo, sólo quedaba el viejo radio de pilas que me acompañaba al estadio. Al prenderlo sintonicé la cadena básica de RCN, y la triste sorpresa con que me encontré sacó de inmediato lágrimas que el corazón de hincha no olvidarán.
Un rayo había caído en pleno entrenamiento del equipo profesional del Deportivo Cali. El Carepa yacía tendido en la mitad del terreno mientras todo era confusión. Giovanni Córdoba, la gran promesa del ataque azucarero también había caído como consecuencia del impacto del rayo.
Las versiones eran confusas desde el comienzo. Se decía que Carepa, el ídolo del Cali, aquel que le marcara a Grecia con la selección, había muerto. El domingo moriría también Córdoba, quien era caleño desde sus inicios y se encontraba dulce con el arco contrario en ese campeonato.
El equipo orientado en ese entonces por Quintabani venía de ser protagonista, acababa de golear 3-0 al Caldas en el Pascual y se disponía a enfrentar al Tuluá en el 12 de Octubre. Pero los sueños de campeonar se vieron truncados con la lamentable la muerte de dos fichas claves en ese gran equipo que manejaba el colombo-argentino.
Ese golpe fue muy duro. La naturaleza atacó al Cali con toda su fuerza y en el centro de la cancha fulminó, literalmente, a nuestro guerrero más fuerte, al imbatible, al grande. A pesar de sus problemas de indisciplina y su puja por hacer un record en expulsiones, Carepa fue un grande que quedará guardado en el recuerdo del hincha verde.
Su partida al lado de la de Giovanni Córdoba, siguen causando pesar en nuestros corazones. Hoy tenemos parte de la sangre de Gio en nuestra nómina profesional, pues su hermano es atacante y forma parte del primer plantel. Que falta hacen, se les quiso y se les querrá. Hoy con tristeza pero en forma de homenaje quiero recordarlos, porque no hay peor ofensa que el olvido, y a ustedes no se les va a olvidar nunca.
Gracias Carepa, gracias Córdoba. Fueron y serán grandes.