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SANTA
FE 2, JUNIOR 2

Sociedad
Limitada, ese nombre le cabe al Junior, dado que como conjunto o compañía es
organizado, y porque además, los jugadores se asocian muy bien para atacar y
defenderse, y en ese sentido, pues forman una corporación en el terreno de
juego.

¿Limitada?
Sí, porque coarta su sociedad y su organización, y no se ve como constante al
infinito o en la eternidad de su juego, es limitado y parece que le hicieran
falta herramientas, coherencia a última hora, recursos y conceptos para continuar
con la sociedad de juego. Así mismo, sus integrantes, algunos, decaen sus
actuaciones y no colaboran para ser continua la sociedad.

Y
me parece que ayer en El Campín, eso ocurrió. Los hinchas creíamos en el fondo
de nuestros temores que Junior iba a sacar, del histórico coloso de la 57, un
resultado decoroso pero no nos habíamos imaginado un triunfo claro y sobre todo
un «jueguito» underground, subtextual,
muy dominador y con clase que le impuso a un Santa Fe deslucido en la primera y
parte de la segunda etapa. 

Un
temorcillo en razón del triunfo ante Millos y sobre todo, un equipo trabajado muy
bien por Basílico como lo ha sido o era un conjunto coordinado, serio y ganador y que lo
tenía montado en las primeras posiciones; temor que se constituyó en «cuidado»,
en «precaución», en «moderación» porque -además-, jugar a la altura para un equipo
costeño pues representa una desventaja y agreguémosle, Junior de visitante no
tiene una historia, en este campeonato, brillante, ni siquiera regular, y mucho
menos buena.

Así
que habían muchos ingredientes como para ir al estadio con cautela, pero
conservando la alegría de ver la camiseta rojiblanca, la orquesta clásica de
Gio con Teo, y con Orozco, con Bacca, con Jaramillo, con Ruíz, con Fawcett, con
Palacios, con Ceballos y esperar a un Berbia educado y pilo en la portería.

Así
que fui al estadio con un reto, -a la tribuna pintada de rojo selvático-, a
untarme de camisetas leonas para vivir (yo fui de blanco), como en un hospital psiquiátrico, un contraargumento
espacial, ya que «sentirme como un cuerdo en medio de locos gritones era la
consigna» y constituía mi tesis psicoanalítica y como tal, me la impuse para
vivir de cerca la emoción de un estadio vibrar…

Me
ubiqué en el interior de la tribuna de los rolos-rojillos para reflexionar con un
discurso palpitante y apreciar lo que se siente cuando uno es una mosca en leche… algo suicida claro,
pero guardando las composturas estéticas, éticas y emocionales; me mantuve en
el centro de esa barra, como uno más, como un rojo capitalino -callado eso sí-,
y me sentí como un espía, y así, escuchar, aprender y comprender lo que los
contrarios sienten cuando Junior se lucía -mi gran equipo-, se alzaba en belleza
futbolera, se articulaba al cielo y enunciaba un circular y perfecto dominio y,
sobre todo, mostraba una grandeza futbolística muy digna de un equipo muy
plantado.

Escuchaba frases pestilentes,
enunciados dolorosos, palabras violentas contra Basílico, contra Pérez,
Quintero, Valencia y sin embargo, para Julio, pronunciaban flores y agradecidos
símbolos por las fajadas salvavidas. Escuché a varios gritar a voz plena, como
de corraleja sincelejana, advertencias para cuidar a Teo y sacar del camino a
Gio, «hágale falta hermano», gritaban unos y otros «lléveselo por delante» y
cuando Pérez metió pávidamente el codazo a Fawcett, mis vecinos rojizos
rugieron y rieron, y se ensangrentaron agraciadamente con la cobarde falta, entonces la
tribuna celebró el codazo como haciéndole una oda a la muerte, a la
violencia. Me imaginé que estaba en Grecia, en medio de la voracidad de leones hambrientos.
Comprendí que la fiesta se vive con drama.

Junior
con un 4-4-1-1, donde los 1 (unos) fueron mentirosos o falsos signos porque mostraron
la ofensiva como si fueran 4 ó 5, y a veces, hasta 6 delanteros en busca del
gol. ¡Qué maravilla! Ver un equipo atacando y haciendo las cosas brillantes y
fáciles, donde se sigue demostrando que un pasador de balones, inteligente y
talentoso como Gio, aún no muere, y por ello, un 10 clásico y, contrariamente, contemporáneo,
vale mucho, porque no sólo alimenta las arcas de los equipos con sus
fanaticadas y marketings
publicitarios, sino que nutren la emocionalidad del fútbol aportando textos
estéticos y sobre todo, creencias seguras para afirmar identidades y amores por
el equipo.

Lo
mejor del Junior, su medio campo porque asesora creativamente y echa a la guerra a Teo y a Bacca; Teo,
Palacios, Rodríguez, Fawcett, Bacca y Orozco luchan la gesta y el equipo
tiburón circula con la pelota que recibe de Gio. Anoche Jaramillo repartía
balones, y Casanova fue la fuerza -la contrapierna- en el medio campo del
césped. El gol de Teo me hizo acordar del
gol de Rincón cuando el 5-0 ante Argentina, y el gol de Anchico fue igual.

Y
Julio les perdonaba la vida a todos cuando sus atajadas lucían prestas y con
calidad. Junior fue una orquesta bella en El Campín. Y Teo desperdiciaba goles.

En
el segundo tiempo, Santa Fe organiza sus soldados y sale como un verdadero león
a buscar carne en la selva. Y la encuentra, porque Junior se silencia y ¿deja
jugar?, el león se enfurece y marca gol y Junior riposta con una jugada tejida y
contragolpeadora, y Gio resuelve con un golazo. Y Santa Fe, se conduele y
Junior lo deja, y Santa Fe saca fuerza, quizá de su color rojo, y la enciende contra
Berbia y empata ante mi silencio en
la tribuna que ardía de alegría.

¡Qué
belleza de humanidad!

¡Qué
hermosura de cánticos!

Si
así fueran siempre los hinchas, los estadios serían el lugar preferido para
encontrar la alegría y la paz.

·        
En
resumen, Junior demostró un excelente conjunto para atacar y defenderse, pero
no sabe administrar las victorias. Da risa su manejo.

·        
Un
extraordinario estado físico.

·        
Un
Totono muy bajito de físico, malito en fútbol, sin destellos y sobre todo, se
le olvidó patear con precisión… puntería desgastada.

·        
Pudimos
haber hecho 4 ó 5 goles y va la reflexión para Comesaña: acondicionar lo que
los periodistas llaman dizque «fundamentación», palabra más positivista que
pragmática o creativa.

·        
Junior,
como decían los transistores en la tribuna, pagó su festival de desperdicio ofensivo,
su apetencia por meterla cada vez más y le regaló a Santa Fe, un
protagonismo en el marcador que no era para tanto. Pero como los goles valen,
pues Junioristas, ¡Llévense un punto!

·        
Tampoco
es que crea lo que dicen los locutores «que hubo regalo«, pero lo
parece. Uno como hincha cuando ve que lo que pasó anoche en El Campín, da
tristeza, alegría y sobre todo reflexión.

·        
Pero
le deja a uno la sensación de que el futbol de Junior es muy bueno. Es bonito,
delicado, aguerrido, estructurado… muy ofensivo y sencillo.

·        
No creo en los
equipos de 10 jugadores que se empobrecen. Fue una derrota para Junior y un
triunfo para Santa Fe, a la larga; lo mismo ocurrió cuando se enfrentó al Real
en Cartagena y terminó empatando. ¡Qué caricaturesca costumbre Junior de
permitir que te empaten! ¿Qué pasa?

Pero aún Junior nos debe una
respuesta de hechos desde el porqué no mantiene resultados cuando actúa de visita.

Felicitaciones
Santa Fe.

Chulespe
volverá.

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